lunes, marzo 03, 2008

QUE BONITA VECINDAD

Por: Miguel Montes Camacho

En el afán de recuperar mi tesoro más preciado, un balón de fútbol, no lo pensé dos veces antes de treparme la reja y darme al rescate. Balón en mano me di a la huída, no sin antes escuchar un feroz ladrido; lo que vino después fue llanto.

Mordedura de perro en nalga derecha, vacuna antitetánica a manos de enfermera robusta, vaciada de mis papás y lo más bochornoso, ofrecimiento de disculpas a mi vecina y toda su familia por haber irrumpido en su fortín sin permiso.

Tenía escasos 9 años y sí que me quedó claro el precio que hay que pagar al momento que se decide traspasar el límite motivado por la euforia de un momento.

Esta añeja anécdota revivió en mi mente luego de conocer las diversas reacciones suscitadas ante la caída del líder guerrillero Raúl Reyes en pleno territorio ecuatoriano, por parte del Ejército colombiano.

“Con la cosas de la vecina no te metas”, solía decir mi mamá; ahora todo tiene sentido.

Lo peor fue que la vecina jamás me indultó, todo lo contario, vigiló sigilosamente cada uno de mis movimientos hasta que se dio cuenta que ya yo era lo suficientemente viejo como para volver a las pilatunas por las que gané su desprecio.

Lo cierto es que nunca pude desvirtuar la mala imagen que tenía ante ella que al parecer siempre me guardará un “cariñito” aparte.

Temo que pase lo mismo con una situación, que proporcionalmente no tiene punto de comparación pero prácticamente sí. Todo porque la lógica de la vida es una sola y el sentido común también.

Vaya uno a saber si Colombia seguirá aislándose en un continente que cae por su propio peso hacia la izquierda.

Habrá que bajar la cabeza y pensar en reconocer ante la comunidad internacional el gravísimo error cometido, así como yo lo hice con mi vecina; y así mismo como yo lo hice con mi vecina habrá que tratar de demostrar voluntad para el cambio, y si nada de eso surte efecto habrá que callar, olvidar, madurar y luego volverlo a intentar, como yo lo hice con mi vecina.

Post data: Mi vecina nunca me perdonó o por lo menos nunca me lo dijo. Murió el año pasado.

sábado, marzo 01, 2008

MARCHÉ ANTES Y TAMBIÉN AHORA


Miguel Montes C.

“Ríos de gente clamando paz”, “Una mancha blanca se tomó las ciudades colombianas”, “Colombia dijo no más”.

Esos fueron algunos de los titulares, frases y reiterativos mensajes que llegaron a los hogares colombianos durante la jornada de protesta contra las FARC, que se cumplió el pasado 4 de febrero.

Kilómetros de calles atestados de gente fue la impresión que capté aquel día, en el que sentí de cerca la tristeza de unos, el clamor profundo de otros y el afán por hacer lo que el resto hace en la mayoría.

El poder de convocatoria de los medios de comunicación quedó de manifiesto en la histórica caminata nacional, mientras que el comercio del dolor siguió apareciendo en escena.

En febrero marcharon millones de personas en las ciudades más importantes de Colombia y el mundo; todo gracias a la venia de los altos dignatarios del gobierno y desde luego con el visto bueno de Uribe, quien orgulloso encabezó la marcha en Valledupar.

La conclusión según los organizadores: “Las FARC quedaron deslegitimadas y sintieron que el pueblo no está con ellos”.

Maravilloso, magnífico. ¿Y ahora qué?.

En el país de los reinados y las manifestaciones, llega una más. El próximo 6 de marzo se estará efectuando la Movilización Mundial Contra el Paramilitarismo, en el que también se gestará un Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado.

Si es cierto que somos gente paz, la lógica indica que este mes también debemos volcarnos masivamente a las calles y repudiar con toda vehemencia una más de las formas de violencia que nos afectan a nuestro país.

Hoy me pregunto ¿Dónde está la difusión mediática de esta incitativa?, ¿por qué mucha gente aún no se entera de esta marcha?, ¿por qué la conciencia de los colombianos sigue teniendo partido político? ¿es que acaso la barbarie paramilitar no merece rechazo?.

Son interrogantes que me asaltan y a la vez corroboran mi pensamiento: la del 4 de febrero fue una movilización a favor de la lucha que Uribe libra con las FARC.

Directa o inconscientemente, miles de colombianos inundaron las avenidas pensando en apoyar a la titánica batalla de nuestro mesiánico primer mandatario.

Desde la Casa de Nariño ya se ha anunciado que no se unirán a la manifestación, por una simple y sencilla razón, no pueden apoyar a unas personas que pretenden homenajear el nombre de todos aquellos que han caído como víctimas del Estado.

El Estado sí tiene la culpa; tú y yo también, para qué negarlo.

Marché antes y ahora también lo haré, porque no me puedo prestar al juego de la doble moral y porque el daño causado a millones de mis hermanos colombianos es reprochable sin importar que bando fue el victimario.

El 6 de marzo nos veremos cara a cara y sentaremos nuestra voz de repulsión en contra de TODA FORMA DE VIOLENCIA.

miércoles, diciembre 12, 2007

Descubriendo América



Por: Miguel Montes Camacho

Cuenta la historia, que hace más de 500 años Cristóbal Colón descubrió tierras americanas, pero para un grupo de 4 argentinos la exploración y el asombro por este mágico territorio apenas comienza.

Gervasio Cabrera, Rodrigo Atanes, Ángel Tesone y Raúl Álvarez, salieron hace 4 meses de la provincia argentina de Gualeguaychú, con el firme objetivo de recorrer el continente y vivir una experiencia inigualable.

La idea de esta travesía, para muchos descabellada, surgió de la promesa que Gervasio hizo a su padre, quien falleció el año pasado, en la cual se comprometía a hacer realidad la fantasía que por años habían planeado juntos.

Fue de esta manera como se reunió con tres amigos del barrio, que decidieron dejar atrás sus empleos, familiares, novias y todas aquellas comodidades que les ofrecía la vida en su país. “Fue difícil desligarse de todas las ataduras sociales y arriesgarnos a viajar pero no nos
arrepentimos”, afirma Gervasio.

A bordo de un Ford Falcon modelo 71, estos cuatro peregrinos partieron en una aventura que los ha llevado a recorrer Uruguay, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y ahora Colombia.

El sueño de miles se materializa en la osadía de estos gauchos, que pese a ser profesionales del derecho y la economía, prefirieron dar rienda suelta a su pasión y liberar su adrenalina.

Hoy, cuando ya han dejado su huella en varias ciudades colombianas, están de paso por Cartagena, disfrutando de sus playas y su gente, pero sobre todo, planeando su paso a Panamá, el destino próximo a conquistar en medio de su travesía.

Con escasos recursos económicos, sin comida y sin saber dónde van a dormir, transcurren los días de los descubridores, quienes confiesan que “hemos pasado hasta cinco días sin bañarnos y aguantado hambre, pero se trata de aprender a valorar lo prescindible y olvidarse de las banalidades”.

Ipiales, Pasto, Medellín, Bogotá y ahora La Heroica, son los destinos colombianos que han sido testigos de su paso, es así como con una alegría que sorprende, Rodrigo Atanes expresa que “Colombia no es como se ve en las noticias, no todo es violencia porque su gente es muy buena
y solidaria. Hasta el momento todo ha sido genial para nosotros”.

Conocer las ruinas de Machu Pichu, caminar por las calles coloniales de Cuzco (Perú) y conocer la hospitalidad cafetera en Bogotá, son algunas de las experiencias que atesoran en su mente estos guerreros del camino.

“Las experiencias han sido inolvidables y por eso el reto ha valido la pena. Estuvimos en el partido Colombia – Argentina, en el concierto de Soda Stereo y todo gratis; eso demuestra que solo hay que proponerse las cosas para cumplirlas”, indica Atanes.

En Cartagena tiene planeado quedarse hasta finales del mes de enero, mientras tanto trabajan cantando en bares y sitios públicos, además de vender camisetas estampadas con motivos del viaje, para recaudar el dinero suficiente para subsistir y cargar el combustible de su auto.

Centroamérica, México y Cuba, están dentro del itinerario de los argentinos, que ya parecen haberle perdido el miedo a las vicisitudes del camino, porque para ellos basta un poco de creatividad y mucho corazón para superarlas.

martes, diciembre 11, 2007

En desacuerdo con el "Acuerdo"


Por: Miguel Montes Camacho

Para nadie es un secreto que Colombia es un país de contrastes, en el que sólo hay ricos y pobres, nada de términos medios.

Por eso es increíble ver cómo se categoriza a los ciudadanos; están los de primera, los segunda, los de quinta y hasta los de décima.

Basta con analizar el nefasto pero famoso proyecto de “Acuerdo Humanitario”, que no es otra cosa que un insulto a la dignidad humana, en el que se truequean personas y se mercadea con ellos al mejor estilo del colectivismo primitivo.
Resulta descarado pensar en que Ingrid Betancourt, sea el símbolo del secuestro en Colombia y que sea ella la primera en la lista de espera para el intercambio de retenidos entre gobierno y FARC.

Todos y cada uno de los desdichados que hoy se pudren en las selvas de este país valen por sí mismos, por el simple hecho de ser humanos y no por sus apellidos, sus ex – empleos y mucho menos por su doble nacionalidad.

Sinceramente siento el dolor por el que pasa la familia de Ingrid y de todos aquellos Generales de siete soles que hoy están en cautiverio, pero de igual manera lamento profundamente el llanto de todas aquellas familias anónimas que desde hace 5 o 10 años no pueden tener a su lado a los policías, comerciantes, campesinos y demás compatriotas.

No es justo que nos sigamos prestando para el juego mediático que nos invita a clamar por los retenidos de primera clase, si vamos a movilizarnos que sea por todos y por igual, aunque sea muy poco lo que con marchas y pancartas podamos solucionar.

Faltan más que palabras y comerciales para rescatar la dignidad de esta nación que mientras tanto sigue desangrándose y ahogándose en su mar de lágrimas.

sábado, noviembre 10, 2007

ARROZ CON MANGO Y FOTOS




Éstas son algunas imágenes que quise compatir con ustedes, no tienen nada que ver la una con la otra pero vale la pena verlas.

viernes, noviembre 09, 2007

MUERTE NATURAL


Por: Miguel Montes Camacho

Y ahí estaba yo, al pie del caño putrefacto del que solo expelían olores fétidos que se sumaban a los del cuerpo descompuesto que yacía flotando con las manos y piernas abiertas, como formando una X.

Me río y luego pienso: soy un desgraciado. Pero que le voy a hacer si eso es lo que soy, un morboso más, que satisfacía sus ganas de sangre con el espeluznante cuadro que ofrecía una mañana cualquiera en una ciudad normal.

Él estaba dentro del agua, totalmente desnudo e hinchado. Debía tener 3 o 4 días de muerto y ahora era el centro de atracción, quizá en vida nunca lo fue.

Y es que como no iba a llamar la atención, si en su cuerpo se podían ver inmensos coágulos internos de sangre que parecían iban a estallar, su cabeza estaba inflada y sus ojos, que digo, los huecos en los que alguna vez estuvieron los ojos estaban salidos y picados por aves de rapiña que aún no han podido identificar.

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Una profunda y certera cortada en su pecho, me hacían pensar en la crueldad y la sangre fría que tuvieron sus asesinos a la hora en que decidieron que él ya no sería de este mundo.
Moscas, peces, sapos y todo tipo de animales se daban un banquete y buscaban la mejor presa de lo que ahora no era más que un desperdicio.
Pasaban los minutos y yo seguía en el sitio, no sé bien porqué, pero después de haber visto el “muñequito” quería saber más y mi mente comenzaba a inventarse historias de terror sobre el trágico final de aquel hombre.
La gente hablaba y hablaba, casi al un unísono apuntaban a decir que: “algo debía ese man”, “por bueno no lo mataron”.
Yo no musitaba palabra pero parecía estarme escuchando. No necesitaba decir nada para saber que si estaba parado en ese lugar era porque quería ver una vez más la indolencia e indiscriminación de la muerte.
Pero nada, mi parte más humana me señalaba el drama que escondía aquella escena, pero la otra - no se cuál - me revelaba que no estaba sorprendido. No se imaginan lo aterrador que fue descubrir que veía aquel hecho como algo natural, algo de todos los días.
Llegaban los del CTI, los de la Policía y desde luego más curiosos. Todos convertidos en espectadores morbosos para los que la muerte violenta de otro hombre no significaba más que un asunto de curiosidad en el que lo único que buscábamos era saber detalles que calmaran nuestra curiosidad morbosa.
Cuanta tristeza y vergüenza sentí al saber que ya me acostumbré, soy uno más, ya no se me arruga el corazón.
Pero sé que no tengo la culpa, porque vivo en un lugar en el que la vida no tiene valor, no tiene precio y peor aún, en muchos casos, no tiene sentido.
El hambre y la pobreza no son razones para desear seguir existiendo y eso es lo que abunda en este país.
Mañana será otro día y se espera que otro hombre o mujer quede tendido en el pavimento, en la tierra o flote en el agua para seguir la maldita tradición de ver llegar a una muerte a la que nos acostumbramos y que se quedó a reinar entre nosotros.

LOS TIEMPOS DE LA COMETA


Miguel Montes Camacho.

Raúl es un viejo conocedor de los secretos para volar cometas, los aprendió de su padre y ahora quiere que su hijo, David, continúe con la tradición.

Él cuida cada detalle antes de empezar con su labor de vuelo, indicando a su pequeño hijo el lugar preciso para hacerlo.

Un terreno amplio en el que el cielo se vea con claridad es el espacio adecuado para intentar el despegue del barrilete.

Uno, dos y hasta 15 pasos cuenta David, con cometa en mano, antes de levantarla de cara al sol, en espera de que el viento sople a favor y permita su vuelo.

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A la distancia Raúl habla fuerte intentando dirigir los movimientos de David, quien sin desdibujar la sonrisa en su rostro, sigue atentamente las órdenes, entendiendo que de ello depende el éxito o fracaso de su misión.

La brisa azota y el cielo se ve despejado. La cuerda que sostiene Raúl está tensionada y en las manos de David está el barrilete, que si pudiera hablar diría: suéltenme que yo me voy.

En unos instantes, eso es precisamente lo que ocurre. El papá le grita a su hijo la palabra clave: suéltalo. Y allá va, primero dando tumbos ondeantes y luego gracias a la experiencia del “viejo cometero”, elevándose firme por el cielo azul, que lo espera para probar de qué está hecho.

David, quien observa atentamente, ríe y corre al encuentro con su padre. Éste trata de sincronizar los movimientos de sus manos para equilibrar el vuelo del barrilete que él mismo le fabricó como regalo de cumpleaños.

“Papi yo quiero volar”, dice emocionado David; “espérate que esto es con calma”, replica el padre.

Sin perder de vista la cometa Raúl hace un nuevo llamado al pequeño, esta vez con el propósito de entregarle la responsabilidad de mantener en lo más alto la frágil cometa, que cada vez se aleja y se ve insignificante en la inmensidad.

Por fin se da para David lo que durante casi media hora estuvo esperando: tener en sus manos el que para él ha sido el mejor obsequio que le han podido dar en su corta vida.

Con el cambio de dueño, el barrilete se nota inestable, como exigiendo que lo dejen en paz, pero sólo es cuestión de segundos lograr que se acostumbre a unas nuevas manos que comienzan a soltarle más cuerda, pretendiendo llegar más lejos.

Raúl alerta al “nuevo cometero” sobre el riesgo que se corre queriendo llegar más alto de lo que se puede, “como no te avispes se te acaba el hilo y te quedas sin nada”. Un buen punto que David no sabía pero que desde ahora quedará registrado en su memoria para vuelos posteriores.

Pasa el tiempo y el pequeño sigue concentrado, calmado y acostumbrándose a la sensación de calma que produce sentir el movimiento del viento guiando las manos.

El ciclo se estaba cumpliendo, un abuelo que enseñó a un padre y éste que enseña a su hijo, eran la mejor muestra de la manera en que una tradición puede sobreponerse al paso de los años.

Este fue un ejercicio en el que David aprendió una nueva experiencia, que aunque sencilla lleva consigo el valor incalculable de una cultura que se resiste a ser olvidada y que ahora él podrá extender.

Para Raúl y su hijo más que un juego se trató del primero de muchos vuelos juntos, en el que algo queda claro y es que la cometa, como el ser humano, se eleva más alto en contra del viento, no a su favor.

lunes, agosto 13, 2007

Cartagena es puro cuento


Miguel Montes Camacho

La Heroica, el Corralito de Piedra, la Ciudad Amurallada , son apenas algunos de los múltiples rótulos que se han acuñado a fuerza de comerciales y chismorreo para identificar a Cartagena de Indias.

Sin duda una de las ciudades más bella de América y con dolor una de las más pobres del planeta.

Solo hace falta ir un poco más lejos de sus murallas para descubrir tras su rostro elegante los enorme cinturones de miseria en los que niños, adultos y ancianos son golpeados indiscriminadamente por profundos problemas sociales que requieren de una pronta solución.

Es increíble que solo un programa de televisión como “El mundo según Pirry”, del irreverente periodista Pirry La Rotta haya podido voltear la mirada del país hacia estos sectores marginados y más increíble aún es que nuestro alcalde Nicolás Curi Vergara salga a desmentir lo que Colombia entera apreció en crudas imágenes a través de sus televisores.

¿A qué jugamos? ¿A quién queremos engañar?. Para nadie en esta ciudad es un secreto la situación por la que atravesamos; lo que sucede es que a muchos no les conviene que se digan cosas “feas” y por el contrario optan por hacerse los de la vista gorda.

Es precisamente esa actitud indiferente y displicente la que nos ha llevado al borde del abismo y solo con la disposición y el consenso de todos los sectores sociales podremos salir del “atolladero” en el que cada día nos hundimos más.

Por eso Cartagena es puro cuento, una ciudad de papel en la que riqueza hace mofas a la miseria y en la que los pobres parecen estar destinados a vivir en las sombras para que a unos pocos se les llene la boca diciendo que este es un paraíso caribeño y remanso de paz.

Basta ya de hipocresías y engaños, porque el sol no se puede ocultar con una uña.