jueves, abril 06, 2006

DESPLAZAMIENTO FORZADO EN COLOMBIA, UNA VERDADERA CRISIS HUMANITARIA

Por: Miguel Ernesto Montes Camacho

El desplazamiento forzado de personas ha tenido en Colombia causas económicas, sociales y políticas, además ha sido una problemática que genera gran preocupación entre las autoridades y la población en general por tratarse de un fenómeno que involucra no solamente un inconveniente de orden público en el país, sino también una profunda crisis humanitaria que cada vez alcanza niveles más altos en los que personas de distintas partes del país tienen que enfrentarse en el momento menos pensado al abandono y desarraigo de de sus sitios de origen, junto con sus costumbres, tradiciones y todo lo que esto encierra.

Sin lugar a dudas, todos los colombianos han escuchado, debatido o tenido algún tipo de contacto con la temática, hemos visto en noticieros, periódicos y por distintos medios las cifras del desplazamiento en nuestro país, es doloroso ver las imágenes en las que miles de familias tienen que dejar sus tierras por causas que muchos de ellos no logran entender, la lucha por territorios y el afán expansionista de las fuerzas beligerantes en nuestro país han ocasionado una agudización del problema al punto que éste se le sale de las manos al Estado ya que no puede atender al creciente número de personas, en su mayoría provenientes del campo, y brindarles garantías para que puedan por lo menos por unos meses permanecer un lugar seguro.

Es por tal motivo que la opinión publica colombiana ha ido adquiriendo cada vez, más conciencia de la magnitud del problema social y político que se manifiesta con la migración forzada de la población. En el éxodo forzado se encuentra un drama humano de incalculables magnitudes y consecuencias. Abandonar forzadamente su ambiente, su historia y su tierra, constituye para las personas desplazadas emprender un viaje a la incertidumbre, en el que no se sabe cuando se vuelve si es que se vuelve.

Durante los últimos años hemos asistido a verdaderos casos de innumerables desplazamientos masivos en todo el país; en el período de 1985 a 1994 hubo un total de 650.000 desplazados. En los años recientes las cifras anuales han ido creciendo: 89.000 en 1995, 181.000 al año siguiente y 257.000 en 1997. La década de los noventa y en especial los años 1996 y 1997 es el período de mayor auge del problema, según las estadísticas reveladas por el Departamento administrativo nacional de estadística (DANE).

Vemos entonces que la problemática se hace más compleja con el paso de los años, y por esto tenemos razones para cuestionar las políticas del Estado con respecto a esta crisis que amenaza con convertirse en el detonante para el estallido de una verdadera Guerra Civil de grandes proporciones en las que todos y cada uno de los habitantes de esta nación se verían necesariamente afectados y tendrían que salir a las calles y a los campos a batirse como fieras por conservar sus vidas.

Para ser entendido en su totalidad el fenómeno de los desplazados debe ser analizado desde todas sus dimensiones, superando las miradas que lo reducen a un problema generado en el enfrentamiento entre los grupos armados. Si bien éstos son actores protagonistas del proceso, los orígenes y las causas del mismo sobrepasan lo militar y se ubican en los campos del conflicto social, económico y político, que explican el fenómeno en sus causas, no sólo en sus consecuencias.

“Es evidente que esta problemática no debe estudiarse exclusivamente desde las estadísticas del número de desplazados, como se presenta en los informes estatales y de las organizaciones no gubernamentales; más bien debe vincularse históricamente a la configuración social y a toda la problemática existente en los territorios y en la lucha por su control, por parte de los guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y las fuerzas militares del estado colombiano. Estas dinámicas explican las razones económicas, sociales y políticas, que tienen los diferentes actores del conflicto, en las distintas disputas regionales que existen por el control territorial en el país”[1]

El compromiso y la solidaridad no sólo de parte del Estado colombiano sino también de la población en general son el mejor mecanismo para encontrar una salida a este grave problema que aqueja al país en todos sus rincones. Es hora de que se diseñen políticas serias, contundentes y efectivas que conlleven a una solución que ataque las raíces del problema y que permita a las personas que han tenido que dejarlos todo para emprender una huída que no tiene brújula. Hay que ofrecer garantías que permitan a todas esas personas víctimas del desarraigo poder volver a sus tierras y sobretodo poder volver a creer en la vida y en las segundas oportunidades, el trabajo no termina con el regreso y reubicación de los desplazados, la misión sólo se completará cuando se haya brindado el acompañamiento necesario para esas personas que necesitan ayuda para volver a sus hogares y más que todo un apoyo moral y psicológico contribuya a la superación de todos los traumas y marcas que puede ocasionar el tener vivir una experiencia de ese tipo.

Es hora de que todos los actores de este absurdo conflicto tomen conciencia de la necesidad de sentarse a negociar, así mismo la sociedad civil debe estar dispuesta a acompañar estos procesos de diálogo en los que deben jugarse todas las cartas y de esta manera lograr avances verdaderamente significativos en materia de paz que permitan comenzar a construir una nueva Colombia en la que se puede vivir sin miedos ni temores y en la que se asegure un territorio más seguro y armonioso para las generaciones venideras.



[1] José Francisco Niño Pavajeau, “LAS MIGRACIONES FORZADAS DE POBLACIÓN, POR LA VIOLENCIA, EN COLOMBIA: UNA HISTORIA DE ÉXODOS, MIEDO, TERROR, Y POBREZA”. IBEROAMÉRICA ANTE LOS RETOS DEL SIGLO XXI.
Número extraordinario dedicado al I Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio). Universidad de Barcelona

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