viernes, abril 07, 2006

VIOLENCIA: CÁNCER DE COLOMBIA


Por: Miguel Montes Camacho

Vivimos en una sociedad en la que la vida ha perdido su verdadero valor y en la que constantemente recurrimos a la violencia como un mecanismo para resolver conflictos de la manera más primitiva e incivilizada que puede existir. Hemos crecido viendo como a diario se presentan masacres, crímenes atroces e historias dolorosas que los medios de comunicación nos muestran y que nos hemos acostumbrado a recibir como nuestro pan de cada día. Son más de 50 años de angustia y violencia desmedida que al parecer no nos han enseñado que con matarnos unos con otros no hemos ganado absolutamente nada, es hora de que nos quitemos la venda de los ojos y que nos demos cuenta de que la mejor salida a la crisis en la que está sumida nuestro país es asumir un cambio de actitud que nos permita mejorar nuestra vida y la de todos los que nos rodean.

Mucho es lo que se ha hablado acerca de los orígenes de la guerra en Colombia, pero será que nos preguntamos alguna vez qué hemos hecho por cambiar nuestra historia, será que realmente somos personas conscientes de la situación por la que atravesamos o mejor aún será que aportamos de alguna manera a la solución de los males que nos aquejan. “La culpa no es de nadie y es de todos, es de la clase política que por años a tratado a las personas comunes y corrientes como simples espectadores que supuestamente no entienden el problema, también de las mal llamadas fuerzas revolucionarias que enriquecidas por el negocio del narcotráfico quieren en su inmensa y miope necedad, enfrascar a la sociedad colombiana en una lucha estéril y sin futuro, pero sobre todo y con el debido respeto; de todos y cada uno de lo 40 millones de colombianos que indiferentes asistimos a nuestra propia destrucción”[1]

La historia de nuestra pueblo ha estado marcada por la sombra de la muerte y la violencia lo que nos lleva muchas veces a pensar en que nunca ha reinado la paz en nuestras tierras, pero se trata de que volvamos a esos tiempos en los que una ciudad de nuestro país era considerada la “Atenas de Suramérica” eran buenos tiempos en los que era posible salir a las calles sin temores ni miedos, ahora pasamos por una crisis que nos mantiene en una situación de tensión constante que no nos deja vivir en paz. Pero no hay que ser tan pesimistas, siempre tiene que brillar una luz de esperanza que nos indique el camino a seguir, podemos quedarnos toda la vida echándole la culpa a la clase dirigente o a los grupos al margen de la ley pero con eso no hacemos nada, es necesario que comencemos a trabajar por una sociedad mejor, arrancar de ceros y reconstruir nuestras vidas para que con este esfuerzo las generaciones venideras no tengan que respirar este mismo aire de incertidumbre y desolación con el que nos hemos tenido que conformar nosotros.

Es muy fácil pensar que el problema que tenemos es tan grave y complejo que no lograríamos entenderlo ni con toda una vida, por eso resulta más sencillo pensar que encontrar salidas en este laberinto de violencia y pobreza es casi un imposible, es difícil y nadie lo niega pero se puede lograr dando un vuelco a nuestra manera de ver y analizar el conflicto, sólo basta con pensar en los miles de secuestrados que hoy se encuentran en manos de los grupos alzados en armas o en los miles de desplazados que han tenido que abandonar sus tierras a causa de esta guerra absurda para darnos cuenta que hay que hacer algo por mejorar la situación social, política y económica de Colombia.

Necesitamos soluciones de fondo y nuestro error ha estado quizá en buscar siempre el meollo del problema en los grupos guerrilleros, es tiempo de que empecemos a escudriñar entre nuestros escombros y que experimentemos otras alternativas que nos permitan atacar las raíces de todas las desgracias que produce la violencia. Los cambios se tienen que dar desde la educación, debemos empezar a formar a la nueva raza de colombianos, una nueva estirpe capaz de afrontar sus peores miedos y sobretodo capaces de combatir sus males con mecanismos efectivos, debemos pensar y soñar con un país en el que su gente se destaque como luchadores y convencidos de que es posible defender los principios de igualdad y libertad entre los hombres en medio de un mundo que nos envuelve en su afán de desarrollo y que nos crea una cortina de humo que nos impide ver más allá de nuestras narices.

Es absolutamente necesario que para salir de este atolladero en el que nos encontramos aprendamos a ser personas más sensibles, que nos deshagamos de esa coraza de hierro que nos ha salido por vivir todos los días con el horror de la guerra, debemos tener claro que en cualquier momento podemos ser uno más de esos desplazados, secuestrados o que existe el riesgo de que tengamos un día que tomar las armas para defender nuestra propia vida; el problema se agudiza cada día, el tiempo pasa y nos hundimos más rápidamente en este mar de sangre y lágrimas que debemos parar cuanto antes si no queremos seguir convirtiendo a nuestro país en un inmenso cementerio.

Podemos decir que en este momento, la violencia en Colombia se ha circunscrito a dos fuerzas fundamentales: la guerrilla y las autodefensas. Las fuerzas armadas del gobierno son el factor de mayor debilidad dentro del conflicto debido a que el gobierno que representan no tiene legitimidad alguna y por ello mismo es débil y no puede determinar una salida a la crisis. Es así como la sociedad civil que es la que al final de cuentas lleva la peor parte dentro de esta lucha encarnizada por el poder, debe tomar riendas en el asunto y actuar como una fuerza de presión social que de alguna forma combata sin armas las malvadas fuerzas de aquellos que no nos quieren ver libres y en paz, puede sonar utópico pero la historia en el mundo entero ha demostrado que la fuerza y valentía de un pueblo puede ser más poderosa que cualquier forma de violencia y que podemos levantarnos y oponernos a la guerra empezando por ese cambio personal que todos y cada uno de los que habitan este país necesita para encontrar la luz al final del túnel.

¡Basta ya! estamos cansados de vivir en una tierra en la que la ley es la violencia, basta ya de teorizar y de analizar el conflicto colombiano, este es el momento de que comencemos a luchar como un gran ejercito en busca de la paz, sin disparar ni una sola bala y sin que se derrame una sola gota más de sangre, tenemos la fortuna de haber nacido en una país en el que gozamos de todas las maravillas que la naturaleza nos puede ofrecer, no lo ensuciemos más con tanta guerra y tanta violencia, podemos salir adelante y comenzar a construir un país mejor, todavía estamos a tiempo de dejar a las generaciones próximas una Colombia mejor en la que podamos salir a las calles sin miedo y en la que nos podamos sentir mucho más orgullosos de decir: “Soy colombiano”


[1] Juan Guillermos Ángel Trejos, “VIOLENCIA EN COLOMBIA, ¿SERÁ CUESTIÓN DE CULTURA?” Artículo.publicado.en:.http://www.ideasapiens.com/actualidad/politica/latinoamerica/mongf.%20colmb%20_cuestion%20de_cultura.htm

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